SINOPSIS
Arístides andaba lentamente por las heridas calles de nuestra
querida ciudad.
Tenía miedo de todo, de encontrarse con algún conocido, con la
policía o con algún ladrón sentía muy mal y tenía frío, había entrado en un
restaurante para ofrecerse de lavaplatos a cambio de un plato de comida pero
cuando lo vieron con el pelo sucio, la barba sin afeitar y con una forma
peculiar de hablar, le dijeron que no lo necesitaban, no le faltaban amigos
para esta misión, pero cuando le vieron sin nada y medio enfermo le dieron la
espalda.
Recordaba a sus padres y hermanos. ¡Qué felices deberían estar en
su pueblo! Pero él; los había ignorado desde que llegó a la ciudad Todo el
dinero que le habían dado para que
costeara sus estudios, lo había malgastado.
Una carta? Sí, ¡eso haría! les escribiría una carta, casi estaba
seguro que no lo perdonarían, el padre de Arístides volvía rendido del campo,
empezaba a notar los años y se cansaba con mucha facilidad. Papa ha llegado
esta carta para ti.” –dijo Benito abrió sin prisa la carta, y empezó a darle
vueltas y vueltas hasta que, levantó los ojos y mirando hacia la cocina,
intentó llamar a su mujer Qué pasa?” –preguntó Bonifacia al ver a su marido tan
agitado.-“Arístides “Queridos padres y hermanos: les pido perdón por todos los
disgustos que les he causado, no haber cumplido ni un solo día con mi
obligación de hijo y menos de estudiante “Si ustedes estuvieran
dispuestos a perdonarme y a recibirme de nuevo en su hogar, pongan un pañuelo
blanco en el árbol que hay entre la casa y la carretera. El vehículo pasaría
por su pueblo. El camión pasó velozmente por delante del árbol; pero Arístides
lo vio. ¡Estaba lleno de pañuelos blancos que sus padres y hermanos habían
atado al árbol! Entendían que el perdón no cambia el pasado pero si el futuro.
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